domingo, 5 de enero de 2014

CAPÍTULO 14. ZACARÍAS.



14 1Mirad que llega el día del Señor,
en que se repartirá botín
en medio de ti.
2Movilizaré a todas las naciones
contra Jerusalén;
conquistarán la ciudad,
saquearán las casas,
violarán a las mujeres;
la mitad de la población
marchará al destierro,
el resto del pueblo
no será expulsado de la ciudad.
3Porque el Señor saldrá a luchar
contra esas naciones
como cuando salía a luchar
en la batalla.
4Aquel día asentará los pies sobre el Monte de los Olivos, a oriente de Jerusalén, y lo dividirá
por el medio con una vega dilatada de levante a poniente: la mitad del monte se apartará hacia el norte, la otra mitad hacia el sur. 5EI valle de Hinnón quedará bloqueado, porque el valle entre los dos montes seguirá su dirección. Y vosotros huiréis como cuando el terremoto en tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá el Señor, mi Dios, con todos sus consagrados.
6Aquel día no se dividirá
en lumbre, frío y hielo;
7será un día único,
elegido por el Señor,
sin distinción de noche y día,
porque al atardecer
seguirá habiendo luz.
8Aquel día brotará
un manantial en Jerusalén:
la mitad fluirá hacia el mar oriental,
la otra mitad hacia el mar occidental;
lo mismo en verano que en invierno.
9EI Señor será rey de todo el mundo.
Aquel día el Señor será único
y su nombre único.
10Todo el país se allanará: desde La Gueba hasta Rimón Négueb*. Jerusalén estará en alto y
habitada, desde la Puerta de Benjamín hasta la Puerta Vieja y hasta la Puerta del Ángulo, desde la torre de Jananel hasta el Lagar del Rey. 11Estará habitada, no volverá a ser proscrita; habitarán en Jerusalén tranquilos.
12A todos los pueblos
que lucharon contra Jerusalén
el Señor les impondrá el siguiente castigo:
Se les pudrirá la carne mientras estén en pie,
se les pudrirán los ojos en las cuencas,
se les pudrirá la lengua en la boca.
13Aquel día les asaltará un pánico terrible
enviado por el Señor.
Cuando uno agarre la mano de un camarada,
el otro volverá su mano contra él.
14Hasta Judá luchará contra Jerusalén.
Arrebatarán las riquezas de los pueblos vecinos:
plata y oro y trajes innumerables.
15Los caballos, mulos, burros, camellos y demás animales que haya en los campamentos
sufrirán el mismo castigo. 16Los supervivientes de las naciones que invadieron Jerusalén vendrán cada año a rendir homenaje al Rey, al Señor de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de las Chozas. 17La tribu que no suba a Jerusalén a rendir homenaje al Rey no recibirá lluvia en su territorio. 18Si alguna tribu egipcia no acude, el Señor la castigará como castiga a los que no van a celebrar la fiesta de las Chozas. 19Ésa será la pena de Egipto y de las naciones que no vengan a celebrar la fiesta de las Chozas.
20Aquel día los cascabeles de los caballos llevarán escrito: «Consagrado al Señor»; los calderos del templo serán como los aspersorios del altar.
21Todos los calderos de Jerusalén y Judá
estarán consagrados al Señor.
Los que vengan a ofrecer sacrificios
los usarán para guisar en ellos.
Y ya no habrá mercaderes en el templo
del Señor de los ejércitos aquel día. 

14,1-3 Llega el gran asalto de la coalición internacional (Ez 38-39). La fórmula anafórica cambia, para introducir el gran día del Señor, el final y definitivo (JI 3-4; Sof 1,7-18). Los invasores penetran hasta el corazón de la ciudad (Jr 52), donde saquean y matan y deportan (cfr. Is 13,15; Am 7,17). Cuando la situación parece desesperada, como en el asedio de Senaquerib (Is 37,36-38), interviene Dios en una salida militar (Ex 11,4). Así se salva un resto de la ciudad. 

14,4-5 En el monte de los Olivos hizo su última parada la Gloria del Señor cuando abandonó Jerusalén (Ez 11,23). Por el mismo camino vuelve el Señor y hace su entrada triunfal (Is 40 y 62). A su llegada los montes se abren haciendo paso (cfr. Ex 14), ofreciendo una calzada al soberano que retorna. En este contexto resulta incoherente la huida de los judíos: ¿ante el enemigo derrotado?, ¿ante la teofanía liberadora? Creo que es glosa basada en un error de lectura. Los "consagrados" pueden ser corte angélica (Dt 33,3; Sal 89,8) o sus guerreros (Is 13,3), o el séquito de repatriados (Dn 7,18). 

14,6-7 Al revés de Gn 8,22, se anula el pulso de noche y día; siguiendo a Is 60, empieza un día único e interminable. Un día "conocido" o elegido (cfr. Eclo 33,7-9). El día final y escogido sería un sábado único e interminable: la tierra participaría del descanso genesíaco de Dios. 

14,8 Es el manantial de vida prefigurado en Is 8,6 y Jr 2,13, anunciado en Ez 47 y JI 4,18. No se secará en ninguna estación. 

14,9 Conviene leer unidos los dos enunciados, con la cláusula temporal en medio. El Señor comienza a reinar definitivamente, él solo, en todo el mundo. Es la oración de Dt 6,4 llevada al extremo; es el cumplimiento de Sal 96 y 98. Extirpados los nombres de los ídolos (13,2), el nombre del Señor es único. 

14,10 * = Granado del Sur. 

14,10-12 Jerusalén, amenazada y diezmada (14,1-2), ahora se llena de vecinos que viven en paz (Jr 33,16; Ez 34,27). La capital descuella solitaria en medio de una gran llanura (cfr. Jr 21,13). 

14,13 Véanse 2 Re 19,35 y Ez 38,22.

14,14 La primera frase probablemente es glosa. 

14,16-19 La fiesta de las Chozas era una fiesta popular y alegre, terminada la vendimia y los trabajos del campo. Los paganos son invitados al vasallaje, más que al gozo de la fiesta: no es mucho lo que se les concede. 

14,20-21 Siguiendo en el terreno del culto y en decrescendo final, el autor contempla una consagración íntegra en la ciudad santa: no habrá distinción de instrumentos sacros y profanos, pues todos estarán al servicio del templo. El tráfico del comercio profana y por eso queda excluido.

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