domingo, 5 de enero de 2014

CAPÍTULO 11. ZACARÍAS.



11 1Abre tus puertas, Líbano,
que el fuego se cebe en tus cedros.
2Gime, ciprés, que ha caído el cedro,
han talado los árboles próceres;
gemid, encinas de Basán,
que ha caído la selva impenetrable
3Oíd: gimen los pastores,
porque han asolado sus pastos;
oíd: rugen los leones,
porque han asolado la espesura del Jordán.

Ovejas y pastores
(Ez 34)

4Así dice el Señor, mi Dios: Engorda las ovejas para la matanza:  5los compradores las matan impunemente, los vendedores dicen: «¡Bendito sea Dios!, me hago rico», los pastores no las escatiman.
6No volveré a perdonar a los habitantes del país -oráculo del Señor- entregaré a cada uno en manos de su pastor y de su rey; cuando destruyan el país, no los libraré de sus manos.
7Entonces yo engordaré las ovejas para la matanza, por cuenta de los tratantes. Tomé dos
varas: a una la llamé Belleza, a la otra Concordia, y seguí engordando las ovejas. 8En un mes eliminé a los tres pastores: ya no los aguantaba ni ellos ni a mí. Les dije:
9-No quiero seguir pastoreando con vosotros. Si una se muere, que se muera; si una perece, que perezca; las que queden se comerán unas a otras.
10fomé la vara Belleza y la rompí, en señal de que anulaba mi alianza con todas las naciones.
11quel día se anuló, y los tratantes que me vigilaban comprendieron que se trataba de una palabra del Señor.
12Entonces les dije:
-Si os parece bien, pagadme el salario; si no, dejadlo.
Ellos pesaron mi salario: treinta siclos.
13y el Señor me dijo: -Échalo en el cepillo.
Yo tomé aquella valiosa suma en que me habían valorado y la eché en el cepillo del templo
del Señor.
14Después rompí la segunda vara, Concordia, en señal de que anulaba la hermandad de Judá e
Israel.
15El Señor me ordenó: Procúrate los aperos de un pastor torpe.
16Porque yo pondré en el país un pastor que descuide a las extraviadas y no busque a las perdidas, que no cure a las heridas ni alimente a las sanas, que se coma las cebadas y les arranque las pezuñas.
17iAy del pastor torpe que abandona el rebaño!
Un puñal contra su brazo,
contra su ojo derecho:
que se le paralice el brazo,
que se le ciegue el ojo derecho.

11,1-3 Los árboles próceres, en concreto cedros y encinas, son imagen tradicional de los poderosos (Is 2,13; 37,24; Ez 31) El león puede representar al poder agresor (Jr 25, 38). Los pastores que gimen son los pastores infieles.
Es un final elegíaco en que armonizan las voces de los árboles, de los pastores y el rugido de los leones. 

11,4-17 + 13,7-9, Este oráculo de pastores es de lo más difícil de entender en toda la literatura profética, por razones formales y de contenido. 

a) Forma. Es claro que se trata de una acción simbólica, de las que fue especialista Ezequiel y que suelen seguir el siguiente esquema: mandato del Señor, ejecución del profeta, explicación de sentido en un oráculo que anuncia el futuro. La ejecución suele responder fielmente al mandato. Como la ejecución debe suscitar sorpresa entre los espectadores, la explicación no se debe adelantar. Pues bien, Zacarías adelanta la explicación y su ejecución no responde al mandato. Varias explicaciones interrumpen la acción, sin llegar a componer una explicación acabada. Las podemos escuchar como apartes de un trujamán, que apunta desde fuera a la escena, o como indicaciones del director de escena, o como apartes del mismo protagonista.
Si arrojan alguna luz sobre el contenido, rompen la coherencia formal. 

b) Contenido. El problema es comprender los hechos a que la pantomima se refiere: ¿son hechos históricos?, ¿o son hechos típicos, aplicables a situaciones semejantes? Primero hay que captar bien la escena con sus personajes y argumento. Podemos dividirlo en dos actos o cuatro escenas:
En una situación de mercadería, en que pastores y mercaderes explotan a las ovejas, llega un pastor nuevo, diligente y cumplidor. En un mes de trabajo logra eliminar a tres malos pastores, pero la situación no mejora sustancial mente.

Entonces decide retirarse y abandonar el rebaño; en señal de ello rompe públicamente uno de sus cayados. Pide la paga del mes y la deposita en el tesoro del templo.
Vuelve a presentarse, rompe el segundo cayado y se marcha. (Los espectadores infieren que todo queda como antes). 

El actor de antes reaparece en figura de pastor torpe y descuidado, como para empeorar la situación. Una voz externa pronuncia sentencia contra ese pastor y da la orden de ejecutarla. Después la misma voz anuncia una gran purificación y la restauración. 

Entendido el argumento y guiados por una tradición profética, podemos ensayar una explicación. El rebaño es el pueblo de Dios, a quien el Señor envía pastores: jueces, reyes, gobernantes, también sacerdotes y profetas. Los jefes son interesados, descuidan al pueblo y hasta negocian con él, lo venden a mercaderes extraños. Entonces el Señor envía un nuevo pastor, que se enfrentará con los pastores aprovechados y cuidará de las ovejas. Con un cayado las pondrá hermosas, con el otro las reunirá en un rebaño único. Pero la resistencia de los otros zagales y las discordias de las ovejas lo desalientan; se siente fracasado y renuncia al encargo. Para demostrar que él no se ha aprovechado, entrega el sueldo íntegro al tesoro del templo. Ahora el Señor envía un pastor inepto, que llevará la situación al extremo, de manera que se imponga una selección rigurosa en el rebaño. El pastor inepto recibe su castigo, el rebaño vuelve a ser pueblo de Dios.
¿Ha sucedido esto alguna vez en la historia de Israel?, ¿ha sucedido sólo una vez?, ¿puede volver a suceder? Nos faltan datos ciertos para identificar personajes y argumento con seguridad. Pero, aun cuando el texto contuviera una referencia histórica, no agotaría en ella su potencial de sentido. Puede compararse este texto con Jr 23 y Ez 34. 

11,4 "Para la matanza": la orden adelanta sentido. 

11,5 La invocación "¡Bendito sea el Señor!" tiene en esta coyuntura un tono macabro: agradecer a Dios la explotación que uno practica. Negociar con la muerte del pueblo y agradecérselo a Dios. 

11,6 "De su pastor" o de su vecino (texto masorético), sugiriendo que también los súbditos son culpables con sus rivalidades. 

11,7 Mercaderes aparecen de ordinario con valoración negativa (Os 12,8). "Belleza": dicho de las vacas "hermosas" en Gn 41,2. La "concordia" de las doce tribus o de los dos reinos bajo el pastor David. 

11,10 Es extraña una alianza "con todas las naciones"; quizá haya que corregir y leer "con mi pueblo". 

11,12 Salario de un mes o precio de un esclavo (Ex 21,32). 

11,13 Sobre el tesoro del templo: 1 Re 14,26; 2 Re 24,13. El dinero se entregaba en concepto de limosna, contribución, multa, cumplimiento de promesa o en depósito. 

11,14 Véase 1 Re 12.

11,16 Tercer aparte explicativo, redactado con citas y alusiones de Ez 34. 

11,17 La pena es una mutilación que lo incapacita (cfr. Sal 137,5s).

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