sábado, 30 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 3. ZACARÍAS.


4. Investidura del sumo sacerdote
(Ex 28-29; Lv 8)

3 1Después me enseñó al sumo sacerdote, Josué, de pie ante el ángel del Señor. A su derecha estaba el Satán 2acusándolo. El Señor dijo a Satán:
-El Señor te llama al orden, Satán; el Señor, que ha escogido a Jerusalén, te llama al orden.
¿No es ése un tizón sacado del fuego?
3Josué estaba vestido con un traje sucio, en pie delante del ángel. 4Éste dijo a los que estaban
allí delante: -Quitadle el traje sucio.
Y a él le dijo: -Mira, aparto de ti la culpa y te visto de tiesta.
5Y añadió: -Ponedle en la cabeza una diadema limpia.
Le pusieron la diadema limpia y lo revistieron.
6El ángel del Señor asistía y dijo a Josué:
7 Así dice el Señor de los ejércitos:
Si sigues mi camino
y guardas mis mandamientos,
también administrarás mi templo
y guardarás mis atrios,
y te dejaré acercarte
con ésos que ahí están.
8Escuchad, Josué, sumo sacerdote, y los compañeros que estáis sentados delante de él: Son
figuras proféticas que yo he de traer a mi siervo Germen. 9Mirad la piedra que presento a Josué: es una y lleva siete ojos. Tiene una inscripción: «En un día removeré la culpa de esta tierra» -oráculo del Señor de los ejércitos-.10Aquel día se invitarán unos a otros bajo la parra y la higuera -oráculo del Señor de los ejércitos-.

EXPLICACIÓN.

 3,1-10 Algunos excluyen este capítulo de la serie de visiones, aunque la introducción emplea la misma fórmula que 2,3. En la morada terrestre del Señor hay un encargado que va a recibir la investidura. El texto recoge y revisa elementos de la legislación de Ex y Lv. Ex 28-29 ofrece una versión amplia, Lv 8,6-9 una versión breve. El sumo sacerdote ha de ser de familia sacerdotal; el día de su consagración se baña, viste los ornamentos sacerdotales, es ungido y ofrece un sacrificio de expiación. Entre los ornamentos se menciona el efod (especie de roquete), que lleva dos piedras engastadas en las hombreras, un pectoral con las doce
piedras grabadas con los nombres de las doce tribus, y la diadema con la flor de la consagración (por la que carga con la culpa). Algunos sacerdotes faltaron a sus obligaciones: ofreciendo fuego ilegítimo (Lv 10) o rebelándose (Nm 16): los culpables fueron castigados con el fuego. Entre las funciones del sumo sacerdote están la de representar al pueblo ante el Señor y la de expiar removiendo la culpa. Teniendo presentes estos datos, es fácil percibir la coherencia del texto. El cambio más significativo es que Josué ha sido purificado, no por un baño o un sacrificio, sino por un fuego del que ha escapado difícilmente. 

La visión tiene otro principio de coherencia, un verbo hebreo conductor que significa "estar en pie, permanecer, aguantar, enfrentarse, estar al servicio". Están en pie: el ángel del Señor, especie de árbitro o jurado, y unos ministros a su servicio (4.7); frente a él Josué (1 a.3b), a la derecha el satán como acusador o fiscal (1 b). Se destaca la postura de los sentados (8). 

El profeta asiste a una ceremonia litúrgica que se desarrolla como una especie de juicio: el imputado es el sumo sacerdote, culpable en persona o representando al pueblo; lo acusa un fiscal de oficio, que exagera los cargos y no puede probarlos; tanto que el juez, por medio del ángel, tiene que llamarlo al orden. Entonces el ángel, ayudado por otros ministros, realiza un rito de purificación e investidura, que consiste en cambiarle las vestiduras. El sumo sacerdote, pasando por una grave y peligrosa tribulación, se ha purificado interiormente, y ahora se somete al rito que le permite entrar en funciones. Terminada la ceremonia, el ángel, en nombre de Dios, confía un encargo a su responsabilidad. 

3,2 Compárese con el satán de Job 1-2. Josué no salió incólume de la prueba (Is 43, 2), pero tampoco ha perecido (Lv 10); no aparece como metal noble acrisolado (Is 1,25; 48,10; Jr 9,6; Sal 66,10), sino como tizón de poco valor (Am 4,11; Is 7,4). 

3,3 Véanse Lv 21,10 y Ez 24,17. 

3,7 La repetición del verbo "guardar" es significativa: guardar los mandamientos es condición para guardar los atrios: lo ético y lo cúltico. El sumo sacerdote es mayordomo de la casa de Dios. 

3,8-10 El rito incluye dos elementos simbólicos. Los hombres sentados son unos "asesores" (de sedeo), la piedra tiene virtud expiatoria. ¿Nada más? -El autor les asigna una función simbólica añadida. 

a) Los asesores son anuncio y garantía de alguien que el Señor hará venir o brotar. Será el "Veni-dero", el "Germen" (Jr 23,5; 33,15), el sucesor de David. En un horizonte histórico, el Germen es Zorobabel (6,12). En un horizonte escatológico, el Germen será el Mesías; así el jefe histórico se reduce a eslabón de una cadena secular, y la profecía se proyecta hacia el futuro definitivo.
Fray Luis de León comenta en Los nombres de Cristo el "nombre" o título de Pimpollo = Germen.

b) El sentido de la piedra es más dudoso y discutido. Unos la identifican con la piedra de remate (4,7); pero ésta le corresponde a Zorobabel, no a Josué. Otros la identifican con la piedra de fundación (Is 28,16); pero también ésta es tarea de Zorobabel. Otros la identifican con alguna pieza de los ornamentos, en particular, con la flor de la diadema, por la que Aarón "carga con la culpa" y "reconcilia al pueblo con el Señor" (Ex 28,38s). No alude al día de la expiación (Lv 16), sino más bien a textos como Sal 32,1-2 y 103,12.
3,10 Esa piedra única, a través del perdón divino, realiza la concordia ciudadana, que se expresa en la mutua invitación doméstica (Is 36,16; Job 1).

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